«El concepto de una educación que asuma la vida como centro de su propia función, altera todas las ideas anteriores.
La educación ya no debe basarse en un programa preestablecido, sino en el conocimiento de la vida humana.
A la luz de esta convicción, la educación (del recién nacido) adquiere repentinamente gran importancia».
LA MENTE ABSORBENTE
CAPÍTULO 2,
LA FUNCIÓN DE LA EDUCACIÓN Y LA SOCIEDAD.
Como seres humanos, seres sociales que somos, nos movemos a través de paradigmas. Actuamos en el mundo según esos modelos, esos mapas preestablecidos. Si bien los paradigmas de cada quién son respetables, no son una cosa tan subjetiva, hay modelos que funcionan y otros que no. Las lecturas de Filosofía Montessoriana nos ayudan a poner bajo la lupa nuestros propios mapas y así poder ver con claridad si vivimos regidos por paradigmas reales o bien, son realidades virtuales que han sido establecidas como las reglas a seguir por tradición. Es necesario y urgente establecer paradigmas que sean acordes con la realidad en la que vivimos, sin pretender que sea la realidad la que se acople al paradigma.
El niño que María Montessori nos invita a observar con gran atención es, ante todo, el ser que dará continuidad a la humanidad, poseedor del germen del hombre en sí. Partiendo de este punto y, tomando en cuenta que la Naturaleza en su perfección tiene totalmente clara la forma en la que cada una de sus creaturas debe evolucionar para conformar el gran plan de Vida, la educadora debe ser, definitivamente, una herramienta de ayuda que le sirva al niño a crearse, a desarrollarse, a abrillantar los dones que ya por naturaleza existen en él. Por lo tanto, María Montessori nos presenta
un proyecto de educación en el que es la Vida misma la que enseña a su creaturas. Los niños crecen a la sombra de las guías que son instrumentos de ayuda para lograr esa meta.
«El problema fundamental de la educación es la educación del carácter, que hasta ahora ha sido descuidado por la escuela» EL NIÑO EN FAMILIA, CAPÍTULO ‘DE MI MÉTODO EN GENERAL’.
El niño es un individuo con personalidad importante, con necesidades que varían de acuerdo a sus períodos de desarrollo, con deseos e inquietudes que le marcan las pautas para buscar e investigar los porqués de la vida que se le presenta frente a los ojos, que abraza con los sentidos momento a momento, es por eso precisamente que la guía debe de estar atenta a proporcionar los factores que propicien ese crecimiento, que satisfagan esa búsqueda en la que el niño comenzará a escribir su propia página en blanco.
Al contrario de la educación tradicional que, de una u otra forma obliga al niño a adaptarse al mundo adulto y seguir las reglas impuestas sin razones ni lógica, María Montessori nos invita a ser ejemplos vivos de la regla, del límite, de la tolerancia, de la paciencia, de la presteza y perfección. En el Ambiente Preparado, la guía es un elemento del que el niño absorberá durante los primeros años de vida esos elementos.
«Si el hombre comprendiese su misión y obedeciera las leyes de su propia existencia con sabiduría y sensatez, se encontraría de repente con la posibilidad de cambiar su vida y experimentar alegría donde sólo ve grandes dificultades» EDUCACIÓN Y PAZ.
La educación tradicional ha sido desarrollada a partir de la psicología del niño como conjunto, estudiado desde su exterior, sin llegar a profundizar el carácter individual de cada niño como ser exclusivo, único e irrepetible. El objetivo es lograr que todos los niños tengan conocimientos intelectuales, datos memorizados que les permitan obtener títulos para colgar en la pared, mientras más largo sea el currículum de estudios, más valioso será el adulto, sin importar si es una persona feliz, un prepotente dominador o un infeliz dominado.
«La observación científica muestra un tipo de vida completamente distinto de aquel que la humanidad se había acostumbrado a considerar y pone de relieve la personalidad del niño» LA MENTE ABSORBENTE, CAPÍTULO 4.
Como científica que era, María Montessori desarrolló el Método a partir de la ciencia. El Método de Pedagogía Científica se basa en la observación precisa y minuciosa de cada uno de los niños que conforman al grupo.
Una de las recomendaciones que con más énfasis les da a las guías es darse el tiempo para observar al grupo, para observar a cada uno de los niños de manera individual y de la forma en la que se relacionan con su entorno. Partiendo de sus anotaciones podrá desarrollar planes de trabajo con cada uno de los niños que le permitan proporcionar de manera personalizada lo que necesiten para su desarrollo.
El niño educado de esta forma estará marcado por la dedicación que se le dé. Los niños son extremadamente sensibles a la forma en la que se les trata, al ambiente que les rodea; es así como en el subconsciente se van generando patrones de conducta que serán puestos en acción en el momento oportuno. Un niño amado, será un adulto equilibrado que manifestará, en cada uno de sus actos, de manera espontanea y precisa, la educación que se le dio. Un niño maltratado, degenerará en un adulto incapaz de satisfacer sus necesidades básicas de manera independiente, un ser creador de conflictos o bien una persona rechazada por la sociedad.
«La única libertad verdadera para un individuo es tener la oportunidad de actuar en forma independiente. Esa es la condición sine qua non de la individualidad» EDUCACIÓN Y PAZ, CAPÍTULO 7.
Detalles como los que se ofrecen en las lecciones de Gracia y Cortesía o en los ejercicios de Vida Práctica, sembrarán en el niño actitudes que conformarán su carácter y forma de ser ante la sociedad. Adquirirá la independencia y la seguridad que serán raíces sólidas que le permitirán desarrollarse en cualquier campo que él elija, reconociendo que su individualidad forma parte de la totalidad de la humanidad, un ser feliz que reconocerá la importancia de las personas que lo acompañan en su vida. Esto es lo que María Montessori, a mi ver, deseaba cuando hablaba de cambiar la sociedad, partir del niño y usarlo como instrumento para mejorar las costumbres y acentuar las características positivas del pueblo de origen y modificar conductas que deterioren la sociedad.
«Ayúdanos, oh Dios, a penetrar en el secreto del niño a fin de que podamos conocerlo, amarlo y servirlo según Tus leyes de justicia y siguiendo Tu divina voluntad». LA MENTE ABSORBENTE DEL NIÑO, PREPARACIÓN DE LA EDUCADORA MONTESSORIANA.
El crecimiento mental está ligado al crecimiento emocional, es por eso que María Montessori ve a los educadores como guías, como ejemplo de vida. Una guía no enseña, sino demuestra; no dirige, sino acompaña; no reprime, sino invita a probar una alternativa que dé resultados positivos; no compara con alguien mejor, sino que exalta lo mejor de cada uno invitando a ir en busca de la perfección por amor, no por competencia.
La naturaleza del niño es el amor, de ahí parte su fuerza, su gran sensibilidad interna, su impulso por observar y estar en continua actividad, una criatura de pasiones intensas. El niño está dispuesto a obedecer, obedece y doblega su voluntad ante la voluntad del adulto que se la impone, tan grande es su amor y admiración hacia el adulto. Más grande debe ser el amor y la admiración del adulto hacia el niño.
En el momento en que un adulto puede comprender este secreto de vida, la magia del amor empieza a realizar su trabajo interior. María Montessori invita a la guía a trabajar la espiritualidad todos los días, a prepararse como adulto para poder donarse de la forma en la que los niños lo hacen.
La guía proporciona una educación para la vida siendo ejemplo de vida, congruente con lo que espera de los niños. Pausada y silenciosa, alegre y graciosa, presurosa y organizada, tolerante y comprensiva, flexible y libre, precisa y ordenada, puntual, formal y espontánea. Logar este objetivo es un trabajo de todos los días, una tarea que va más allá de los títulos y certificados que una maestra pueda adquirir a lo largo de una vida de estudios. En el entendido que el niño tiene en sí al hombre del mañana, la guía debe ser humilde y reconocer la potencialidad de cada uno de los seres a los que sirve, niños que le enseñan a ser más humana en el sentido total de la palabra.
«El adulto es un ser venerable, amado, de cuya boca surge la sabiduría que lo guía; el niño es tocado, como si un proyectil espiritual le entrara en el corazón». EL NIÑO EN FAMILIA, CAPÍTULO MAESTRO DE AMOR
Sí, total y absolutamente vulnerable, total y absolutamente abierto a la educación que se le proporcione. Hagamos realidad lo que María Montessori llamó «La educación para la vida».
Tita Llerandi,
Agosto de 2010.