Mario. ¿Quén fue Mario Montessori? Un niño que creció a la sombra de su madre. En silencio. Creció careciendo del amor de una madre y vivió para amarla a través de su obra. Lo conocemos por lo que leemos en la biografía de María Montessori, muy poco, como un paréntesis entre párrafos. Quienes estudian a fondo la Filosoía Montessori, entonces descubren que fue él quien continuó con el desarrollo de las ideas de su madre creando muchas de las pautas y lineamientos de la Educación Cósmica y de todo lo relacionado con la educación del adolescente, pero … ¿qué más sabemos de él?
Mario Montessori nació el 31 de marzo de 1898 y fue el único hijo de la doctora María Montessori, siendo ésta madre soltera, lo cual en esa época era considerado un sacrilegio. Según Mario, solamente los padres de María y unos pocos amigos cercanos sabían de su existencia. María hubo de ceder a las presiones familiares y al orgullo y poder de su padre, Giuseppe Montesano, quien fuera profesor de psiquiatría y posteriormente colega de su madre. Dadas las cincunstancias de su concepción y nacimiento, Mario fue enviado a ser discretamente criado por una familia en el campo, cerca de Roma.
A la edad de 15 años, Mario se enteró que María era su madre. Sin embargo, ella nunca lo reconoció públicamente como su hijo. De hecho, inicialmente lo presentó como su sobrino y, posteriormente, como su hijo adoptivo.
Cuando tenía 17 años, Mario acompañó a su madre a los Estados Unidos. La estancia en aquél país fue bastante dura para ella, fue entonces cuando Mario se mostró como una presencia tranquilizadora. Esto, probablemente, marcó el comienzo de una asociación permanente entre madre e hijo, tanto en el trabajo como en la vida personal.
Al regreso de América, en 1917, Mario se casó con Helen Christie, con quién vivió en Barcelona y procreó cuatro hijos: Mario Jr., Marilena, Rolando y Renilde, quien le sucedió en la dirección de la AMI despué de su muerte.
A principios de la década de 1920, María había perdido algunos de sus amigos y su hijo comenzó a ocupar un lugar cada vez más importante en su vida. El protegió a su madre de quienes se le acercaban para aprovecharse de su fama. Comenzó a acompañarla en todas sus giras y también la ayudó activamente en la realización de sus cursos.
En 1929, ambos fundaron la Asociación Montessori Internacional (AMI) como un órgano para supervisar las actividades de las escuelas de todo el mundo y supervisar la formación de los docentes.
Después de la creación de AMI, las actividades del movimeinto se hicieron cada vez más organizadas gracias a los esfuerzos de Mario. Él se encargaba de tratar con la gente y en éste ámbito se convirtió en cada vez más crucial. Se convirtió el protector de su madre, lo cual daba a María la libertad y tranquilidad para continuar su trabajo. Esto hizo Mario aún a costa de su propia vida familiar. Viajó con ella y se hizo cargo de más y más de las tareas para organizar y administrar las actividades de la AMI. A medida que María envejecía, María dependía cada vez más de su hijo, quien realizaba innumerables detalles de la organización de su trabajo.
A raíz de la Guerra Civil Española, la familia Montessori dejó Barcelona y cambian su residencia a Holanda en donde conocen al banquero Pierson con quen se asocian para abrir una escuela. En medio del drama de la Segunda Guerra Mundial, Mario y María huyen a la India y la familia de Mario permanece en Holanda; años más tarde, al finalizar la guerra, Mario contraé segundas nupcias con la hija del banquero alemán, Ada Pierson quien se hizo cargo de los niños durante los años que duró la invasión alemana en Europa.
El viaje a la India fue por invitación de la Sociedad Teosófica de ese país con sede en Madrás, llegando a Adyar, Madrás en octubre de 1939. La doctora Montessori había previsto realizar un curso de tres meses y volver a Europa en algún momento de 1940; pero a causa de la Segunda Guerra Mundial, se vieron obligados a prolongar su estancia en la India. Debido a su condición de italiano, Mario fue obligado por el gobierno británico (que en ese entonces dominaba la India), a internarse en un campo de concentración (de trabajo) para civiles en Ahmendnagar. También impusieron restricciones a los movimientos de la doctora Montessori. Pero el 31 de agosto de 1940 ( día del cumpleaños de María), los británicos liberaron a Mario.
Entre 1939 y 1946, María Montessori realizó 16 cursos de capacitación en la India. María daba sus conferencias en italiano y Mario las traducía al inglés. Se formaron más de 1000 profesores en la India con el Método Montessori.
En 1946, ambos regresaron a Holanda tras permanecer en la India casi siete años. María continuó viajando pòr todo el mundo popularizando su método de enseñanza, y Mario era siempre su constante compañero. Llevaron a cabo cursos y conferencias en Londres, Escocia, Roma, Berlín, Ceilán, India, Pakistán, Holanda y Francia.
Tras la muerte de su madre en 1952, Mario siguió difundiendo activamente el Método Montessori, continuando con los cursos de formación.
En 1956, publicó el libro «Las Tendencias Humanas y la Educación Montessori».
En 1970, la Universidad Edgecliffe (EE.UU), le concedió un Doctorado Honoris Causa.
Seis años después, implementó el programa de formación de instructores.
Como consecuencia de una enfermedad que le causó ceguera, Mario Montessori murió el 10 de octubre de 1982. Hasta su muerte, continuó dirigiendo la Association Montessori Internacionale (AMI), con sede central en Holanda, que sería la encargada de salavaguardar el legado de la doctora Montessori.
Esta es una parte de un homenaje escrito por su hija Marilena: «Mario Montessori – un hombre sencillo, un hombre inocente. Un hombre muy generoso, un hombre tímido , un hombre exuberante. Un hombre contemplativo, un hombre activo . Un hombre que amaba la vida con pasión y se mantuvo joven hasta el día de su muerte .
Él amaba la tierra, lo que se oculta en ella, lo que vivió y creció en ella. Le encantaba el cielo, el sol , las nubes, la luna y las estrellas. Amaba el viento , las tormentas y el mar. Amaba luchar contra los elementos. Le encantaba cabalgar, remar y nadar. Siempre impecablemente peinado, le gustaba la buena ropa y en su juventud se divirtió usando polainas y sombreros y chalecos de fantasía. Le encantaba dar regalos extravagantes – nunca una rosa, ¡al menos sesenta! Le encantaba la comida, le encantaba cocinar, le gustaba beber y fumar. Amaba a las chicas guapas, la música y el canto, no había nada ascético de él, aunque eligió vivir una vida ascética.
Era un maestro nato. Él amaba a los niños y especialmente los bebés pequeños a los que llamaba fabricantes de milagros y con quien mantuvo largas conversaciones, que los recién nacidos, mirando fijamente sus labios, siguieron con fascinación.
Pero todos sus amores eran nada comparado con el amor por su madre y su trabajo. Un amor que todo lo abarcaba que dominó toda su existencia. Su dedicación a ella fue una elección consciente y libre, no un resultado del apego madre / hijo. Podría haber habido ninguna duda a ambos lados de poder cortar el cordón umbilical. Él vivió para ella, con ella, pero no a través de ella. Lo sorprendente de este hombre sin escolástica real o formación académica era la claridad de su total comprensión del funcionamiento de la mente. Su inteligencia y su apertura de espíritu intuitivo le permitieron mantenerse al día con sus saltos espectaculares desde la primera a la novena dimensión – incluso a veces llegando justo antes que ella permitió que ella fuese quien llegara primero. Nada de lo que ella dedujo, desarrolló o declaró lo sorprendió nunca. Por su comprensión , su entusiasmo y su creencia en la importancia de su visión cósmica para el desarrollo de la humanidad, se convirtió en un pilar de su trabajo.
Continuó su lucha después de su muerte . Contra todo pronóstico, todas las luchas por el poder, todas las intrigas , continuó la lucha por el niño – el niño , el padre del hombre.»
Mario Montessori fue, sin duda alguna, un hombre excepcional.