En el Congreso Internacional Montessori 2013 en Portland,
un momento histórico en el que estaban reunidos los Entrenadores AMI.
En ese congreso el tema principal fue El niño y la naturaleza. Aquí les comparto unas reflexiones que escribí después de leer textos como: El niño y la naturaleza pongamos en libertad al niño de la Dra. Montessori; El niño en el mundo de la naturaleza de Lena Wikramaratne; En casa en el mundo natural de Jim Roberts; Un jardín de desarrollo para el niño de la Dra. Montessori; El primer jardín de Dorotea Gould y Naturaleza, cósmos e historia de la Dra. Montessori. Definitivamente no hay nada comparado con la experiencia de vivir con ellos los momentos bajo el sol, en contacto con la tierra y sus criaturas. Comparto también imágenes tomadas en una mañana común de trabajo en el Colegio, en la que pequeños de Casa de los Niños sembraban, mientras chicos de Taller II buscaban hojas de diferentes formas, según la clasificación del material de su ambiente.
UN AMBIENTE MONTESSORI SIN PAREDES NI TECHO
«Al nacer no hay conciencia, ninguna razón por la cual uno pudiera etiquetar a ese ser. Nosotros deberíamos estudiar esta conciencia para poder saber lo que es la vida. Esta conciencia hace directamente nuestras vidas.» M. Montessori
María Montessori se interesó desde un principio en el niño como un ser «creado por la naturaleza». Desde sus primeros contactos con los niños del hospital para débiles mentales, de donde rescató al primer grupo de pequeños con los que trabajó, ella se preocupó por regresar a los niños a la forma «natural» de desarrollo. Ella se dio cuenta –increíble que nadie más lo notara- que lo que precisamente provocaba la «locura» en esos pequeños era la forma anti-natural en la que estaban creciendo.
María Montessori vio al niño como parte de la naturaleza, por lo tanto creó un método educativo en donde el niño trabajara con la naturaleza, para la naturaleza, por la naturaleza. En el fondo, esa es una de las raíces básicas de todas sus presentaciones.
Si bien es cierto que ella creó los materiales de desarrollo para ser trabajados en un ambiente preparado, también es cierto que muchos de ellos, si no es que la mayoría, pueden ser trabajados mientras el niño está en contacto con lo más puro y simple de la vida: el viento, las plantas, el sol, el cielo, los insectos.
En el edificio en el que abrió su primera Casa dei Bambini, en San Lorenzo, había un patio-jardín, en el que los niños –según se ve en fotografías antiguas y en la película que se rodó para el aniversario del centenario- los niños trabajaban, comían lunch, lavaban platos, tendían ropa, afuera, en ese pórtico al aire libre.
En la película que pudimos disfrutar en la última junta, vemos claramente que la imaginación y la creatividad del niño se ven alimentadas y satisfechas por el ambiente natural al aire libre. Si bien es cierto que un ambiente preparado por la Guía le ofrece todo lo necesario para cubrir las Tendencias Humanas, el ambiente externo, la naturaleza, está ya preparada para responder las preguntas más secretas que el niño guarda en su corazón, pues es el encuentro con la esencia de la que ha sido creado.
En uno de los párrafos de una de sus conferencias manifestó: «La vida del hombre no está desconectada del todo de la vida, de las otras formas de vida. Ahí la ley es que las vidas son dirigidas sin nuestro conocimiento. Hay fuerzas de las que nosotros estamos conscientes, las cuales tienen gran influencia en la vida de los individuos. Es así como el niño «aprende» todos los días, momento a momento, de la vida misma. Las leyes de la naturaleza han sido dictadas por una Gran Inteligencia, la que ha construido todo por medio de una evolución perfecta, constante, el movimiento perpetuo e inalcanzable de la energía que nos ha dado la vida, como resultado de la vida que existe en este planeta. Todo se alimenta de esa misma energía, por lo tanto, todo es parte de uno.»
¿Qué podemos comprender de todo esto?
Como lo plasma en cada uno de sus Experimentos, en todos sus Cartelones Impresionistas, en sus Grandes Historias, en las presentaciones de Ciencias que le dan al niño la llave para entender el mundo en el que vive, María Montessori marca la relación que el niño tiene con la naturaleza que le rodea. El niño se siente parte de ella, se ve reflejado, complementado; siente que necesita de la Naturaleza pero también comprende que la Naturaleza lo necesita. Se crea entonces una consciencia «ecológica» profunda.
Todo lo que el niño ve en el ambiente, lo puede comprobar y probar fuera del ambiente.
Proporcionarle al niño la oportunidad de vivir de manera «natural» en la Naturaleza, es abrirle el libro de la vida misma.
María Montessori no creó –hasta donde mi limitado conocimiento llega- presentaciones con elementos de la naturaleza. No hay una presentación de cómo darle de comer a los animales, o cómo tomar pala, rastrillo o pico para preparar la tierra, cómo observar las nubes y poder prever si va a llover o no, cómo disfrutar de un arco Iris. No. Ella seguramente, en esos momentos, se convertía en parte de la naturaleza, unía su ser al del niño a través de la percepción y gozo del contacto con la Creación. Imaginemos la belleza de una sesión de granja al lado de ella, seguramente aprovechaba el momento para explicar todo lo que los niños ya habían visto en las nomenclaturas de partes externas e internas de los animales y las pondría frescas en la memoria de los niños mientras les hablaba de ello «¿Han visto las ancas de esta rana?», o bien «¡Miren que hermosa hoja lanceolada!, ¿han notado que su limbo es ciliado?» ¡Qué maravillosa conexión de lo que han visto en el material de desarrollo con la vida que se abre ante ellos llamando a sus cinco sentidos!
De la misma forma en la que María Montessori creó cada una de las presentaciones de los Materiales de Desarrollo, a través de la observación y tomando en cuenta las necesidades del niño, la Guía puede utilizar esa inteligencia natural a partir de la observación de sus niños y del medio que la rodea para capturar cada instante y hacerlo parte de la vida misma. Por ejemplo, en un lugar como en el que vivimos, tal vez no sea fácil salir a pasear y encontrar tantos tipos de hojas como en el bosque en donde creció María Montessori, pero tenemos el mar, tenemos la arena, tenemos las conchas y caracoles. Qué maravilloso poder mostrarles a los niños las diferentes formas de las conchas y caracoles que después ellos podrán observar mientras pasan una tarde o un domingo en la playa. Hace unos días, observé como los bebés tenían una charola con diversos caracoles y conchas y los niños las acariciaban y observaban con gran interés las manchas y la suavidad de algunas de ellas.
Entonces, creo que todas las manifestaciones de la naturaleza, son un inicio, una chispa de idea, un impulso que la Guía puede tener para ofrecer conocimiento a los niños.
Qué mayor alegría poder disfrutar con ellos de lo que está en el jardín que nos rodea. Qué mayor regalo que ver sus caras de admiración al descubrir las patas de un ciempiés con la lente de una lupa y que mayor orgullo ver que a partir de esa experiencia los niños comienzan a trabajar con la Caja China interesándose en saber que el ciempiés pertenece al Reino Animalia, al Filo Arthropoda, al Subfilo Myriapoda y la Clase Chilopoda. ¿No es esto más motivador que el tener solamente que abrir la caja y comenzar a estudiar sus cartelones? Claro, tal vez no se puedan encontrar todos los animales de la Caja China, pero darle la oportunidad al niño de salir a observar, de decidir entre algunos de los que ha observado y entonces motivarlo a buscarlos en la Caja China y cuando los encuentre, a medida que vaya avanzando en su trabajo, el niño tendrá como un «premio» que para él será significativo pues será un premio que él mismo se ha dado a partir de su trabajo e interés.
Cuando el niño entra en contacto con la naturaleza, su esencia le hace reflexionar sobre los porqués de lo que observa. Es como darle cuerda al motor que enciende su creatividad; comenzará a investigar, a preguntarse de qué otras formas pudiesen llegar a ese mismo resultado, cómo es que ese animal puede o no puede sobrevivir bajo ciertas condiciones, qué pasaría si las condiciones cambiaran. Es una forma de aprender a través del hacer en donde la mente va trabajando de acuerdo a su etapa de desarrollo.
Los más pequeños absorberán todo a través de los sentidos, aprenderán de lo que observan a través de la absorción de la experiencia. Los más grandes utilizarán su mente creativa razonadora, investigarán y tratarán de imaginar situaciones que les generarán preguntas e intercambiarán posibles soluciones o situaciones que harán que nuevas preguntas nazcan.
El niño y la naturaleza no se tratan simplemente de salir y sembrar unas semillas, o de ir a la granja a darle de comer a los animales, o de salir a regar las plantas. No. El niño y la naturaleza son el niño y el mundo, el niño y todo lo que es natural, el niño y la vida. El niño y la Guía, el niño y la esencia de la Guía. Es darle las pautas al niño para que se dé cuenta de que ES uno con el Cosmos. Que todos estamos unidos, todo nuestro hacer –o no hacer- repercutirá en la Naturaleza y por consecuencia en su vida misma.
La Guía, al poner al niño ante la Naturaleza, se encuentra ante el reto de que ella misma tendrá que poner a trabajar todos esos sentidos e intelecto que en los niños son inherentes a su período de desarrollo pero que para ella significan un esfuerzo extra pues deberá investigar y hallar respuestas a través de las enciclopedias (o tal vez su intuición sea todavía la de una niña y logre encontrar maravillosas respuestas de la mano de sus pequeños grandes compañeros).
Lo importante es estar siempre conscientes que la Educación Cósmica que María Montessori imaginó, la Educación para la Vida que María Montessori visualizó es precisamente a través del niño y Su Naturaleza, la misma que vemos en la Naturaleza, la misma que nos da la vida a todos. La Naturaleza que nos abre siempre los brazos como páginas ilustradas de la enciclopedia con más sabiduría que podemos tener.
«Esta debería de ser la tarea de la historia: revelar este otro aspecto de la vida del hombre, ilustrar su tarea cósmica, dar luz en la acción que él inconscientemente realiza en el planeta en donde pasa los breves años de su vida. La contribución que el ser humano da proporciona nuevas interpretaciones a la sucesión de eventos a través de los cuales a pasado para poder alcanzar su estado presente de evolución.» María Montessori