TENDENCIAS HUMANAS, así fue como Mario Montessori identificó a las necesidades básicas que componen el comportamiento del ser humano, cualquiera que sea el origen de su cultura, raza, religión o posición social. Todo ser humano se caracteriza por tener: Tendencia a ser y pertenecer: El humano se integra como un todo en mente, cuerpo y espíritu a realizar su papel dentro de la cración. Tendencia al orden: Cada cosa tiene una función específica, lo mismo que los hechos de los hombres; ir del caos al orden. Tendencia a la comunicación: Se comparten los pensamientos, deseos, necesidades y sentimientos a traves de los diferentes tipos del lenguaje. Tendencia a la exploración: Es la manifestación de la necesidad de ir más allá del entorno, usando los sentidos. Tendencia a la orientación: Orientarse es saber dónde estamos física, emocional y espiritualmente para tener seguridady confianza. Tendencia a la abstracción y a la imaginación. Para estas dos experiencias y procesos los humanos tienen necesidad de conocer su realidad. Tendencia hacia la exactitud, la repetición y a la perfección: Estas tres permiten desarrollar nuestras capacidades físicas y espirituales al máximo. Tendencia hacia la mente matemática: Ayuda a manejar la posibilidad de relacionar los fiferentes fenómenos que se presentan en el tiempo y espacio para poder medir causa y efecto. Tendencia hacia el trabajo: Ofrece un gozo espiritual porque por él somo útiles , creativos y podemos transformar el ambiente por medio de nuestra actividad.
En un sentido general, la tendencia es un patrón de comportamiento de los elementos de un entorno particular durante un período específico. A partir del estudio de las tendencias se logra analizar y por lo tanto comprender al ser y el hacer de los individuos que presentan esos comportamientos. Una observación analítica que lleva a conclusiones científicas.
No debemos olvidar que, ante todo, María Montessori era una mujer de ciencia, por lo tanto tenía la tendencia a comprobar sus teorías. Me parece muy interesante y a la vez muy lógico que sea el trabajo de «Tendencias Humanas» la conclusión de su estudio.
Seguramente, María Montessori se sentía sorprendida cada vez que comprobaba la certeza de su intuición, que la forma en la que veía al niño era la verdadera esencia del hombre. Para mí, el hecho que haya sido su hijo el que plasmara en un libro las observaciones hechas por la Dra. Montessori en los libros de Pedagogía Científica, La Mente Absorbente y otros, sobre ese tema en específico es muy significativo, ya que representa la transmisión del Método a una nueva generación, el inicio de la cadena que desde entonces se ha seguido y alargamos al hacer estos trabajos. Darle continuidad a la labor de María Montessori.
Al analizar las tendencias una a una, para después unirlas, nos damos cuenta de que el proceso de evolución de la humanidad tiene un sentido de «orden divino» en la perfección de la creación del universo. Todo planeado con un orden tal, de modo que cada una de las creaciones esté al servicio de las demás: Prestar servicio sin ser consciente de hacerlo, los eslabones conectados en perfecta simbiosis.
En esa simbiosis perfecta se ha desarrollado el hombre desde tiempos ancestrales siguiendo los lineamientos impuestos por la misma naturaleza de manera inherente: las tendencias humanas.
La esencia del Método de Pedagogía Científica Montessori es «Ayudar al desarrollo del niño y ayudarlo a adaptarse a las condiciones del presente». A pesar de los cambios que se dan en cada época o lugar, las necesidades básicas y el hecho de que el hombre busque satisfacerlas, nunca cambia. Es ese el presente al que se refiere la Dra. Montessori y en ese punto afianza su pedagogía.
El hombre tiene instintos pero, además, fue dotado de la libertad de espíritu que le da la capacidad de ir más allá de sus instintos, desarrollar el nivel de consciencia que le permita evolucionar.
Observar, investigar, explorar el entorno al que se pertenece para adaptarse a él. La exploración es la tendencia que marca el comienzo del proceso. Conocer el ambiente para lograr pertenecer y subsistir. A partir de la exploración, el niño como constructor del hombre comienza su desarrollo psicomotor. Observa colores que relaciona con olores y formas, utiliza todos sus sentidos para buscar porqués, para qué, de dónde, cómo… todos los cuestionamientos que desarrollan la psique del embrión espiritual, esa parte del ser humano que sigue en evolución después del nacimiento físico.
Marca, delimita, construye, prueba, pone puntos de referencia, se orienta en ese nuevo mundo que está descubriendo. La orientación ha sido para el hombre una tendencia esencial para el desarrollo de la especie. ¿Cómo encontrar a la tribu en medio de una tormenta si no había estrellas que lo guiaran? ¿Dónde establecer una colonia para lograr sobrevivir a los constantes cambios climáticos? ¿Cómo llegar hasta la canasta en la que mamá guardó la pelota roja que bota tan bonito? ¿Cómo se llega al cuarto de mamá, si ya no está el mueble en el que me apoyaba al dar la vuelta?
La necesidad de establecer puntos de referencia para encontrar las cosas esenciales, ¡la necesidad de establecer puntos de referencia que lleven a una meta deseada!
A partir de esas referencias establecidas, el recién nacido construye el orden externo que le da la seguridad de seguir explorando su entorno ampliando horizontes, mientras su mente absorbente va creando ideas y formando conceptos, va generando un orden interno que le proporciona libertad e independencia, sabe desde dónde y hacia dónde para llegar hasta donde no sabe pero, ¡algo en su interior le dice que necesita llegar!
Desarrolla su imaginación. Sus pensamientos ordenados generan ideas que necesitan ser plasmadas, concretizadas. Es entonces que viene la tendencia a la abstracción, el ensimismamiento, la contemplación de esas ideas, la concentración para llegar al logro de la creatividad. Se podría decir que esta tendencia se revela como un chispazo, es la explosión de la creatividad, el momento en que la idea enciende el motor que impulsa al hacer. La imaginación se vuelve realidad y el punto de conjunción es ese momento en que se idealizan los pensamientos y se decide transformarlos en algo concreto, palpable, visible.
Así como el cuerpo recibe estímulos externos que provocan la exploración, la orientación, el orden, en la mente existen sugestiones, inspiraciones y problemas que son los estímulos que generan ideas que no pararán de latir en el pensamiento hasta que no sean satisfechas. Explota pues la tendencia altrabajo, a la creación: la mano como instrumento de la inteligencia. Hacer una y otra vez hasta que el pensamiento logre concretarse, hasta que el deseo de realizar ese sueño sea satisfecho. Es realmente un momento de gran alegría observar la satisfacción de un niño que después de la repetición de un trabajo, una y otra vez, probando y comprobando, poniendo en práctica el «control del error», finalmente logra lo que había imaginado. El éxtasis de la satisfacción es el pago más valioso al trabajo realizado. Como dice María Montessori, para el desarrollo y crecimiento de la inteligencia, es necesario permitir que el niño tenga actividad espontánea, que trabaje con sus manos con materiales que le provean el control de error.
La eficiencia del hombre se debe a la mente matemática con la que fue provisto; pero, no sólo posee la mente matemática sino que tiene la tendencia, el impulso de usarla. Es por eso que María Montessori puso tanto énfasis en la precisión matemática de sus materiales, de tal modo que las matemáticas fueran introducidas en la vida del niño de una forma placentera, que invitase a explorarlas, a abstraerse con ellas, a concretizar planes ayudándose de ellas, a perfeccionarse con destreza y sentirse satisfechos con los resultados adquiridos.
La tendencia a la perfección proviene de esa mente matemática que procura razonamientos precisos. La satisfacción se disfruta únicamente cuando se llega al auto perfección por medio de la repetición.
Compartir todas esas ideas concretadas, intercambiar métodos para la realización de un trabajo, comparar técnicas para perfeccionar en conjunto lo creado, enriquecer a la sociedad en la que se vive. La tendencia a comunicarse es un punto clave para el desarrollo del individuo y de la sociedad en la que se desenvuelve. El lenguaje, ya sea verbal, corporal, escrito, es un punto clave para que la explosión creativa pueda ser enriquecida.
La creación del lenguaje es en sí el resultado de la abstracción, del orden, de la orientación, de la exploración del medio en que se vive. El niño necesita comunicarse, lo manifiesta continuamente, ¡se nutre de la comunicación!
El niño busca los retos que lo lleven al auto perfección en el desarrollo, es por eso que les gusta tanto «el juego del silencio» o «caminar en la línea». A medida que conquistan su auto control, van conquistando el ambiente en el que viven.
La humanidad se ha desviado. Ha perdido el sentido común. Impone reglas y modas que obstruyen el desarrollo de las tendencias naturales del niño. El trabajo se ve como una carga, la apatía ciega el intelecto y el deseo de explorar el mundo se apaga perdiendo al niño en juegos preconcebidos por mentes desviadas. La tristeza y soledad se ven en los ojos que debieran ser luminosos y radiantes. El espíritu se apaga.
Solamente un ser satisfecho en sus necesidades básicas logra apaciguar sus instintos desviados, es la plenitud la que lleva a la búsqueda del silencio del descanso en el que se observa con alegría la meta lograda. El espíritu se expande en la búsqueda de horizontes más etéreos, el pensamiento filosófico se plantea preguntas que el espíritu logra responder a través de la contemplación de la obra del universo que le rodea. La tendencia a la espiritualidad es la culminación del desarrollo del ser humano, ya que es cuando se entra en el descanso armónico que de ninguna manera es improductivo, ¡al contrario! Es fuente de nuevas ideas, generador de pensamientos creativos que llevan a la evolución.
El niño construye al hombre y su principal herramienta son las tendencias humanas. Procuremos un ambiente preparado en el que se puedan satisfacer adecuadamente. Si el ambiente es rico en estímulos que invitan a los sentidos a descubrir, probar, inventar, compartir, disfrutar la plenitud del éxito en el trabajo realizado, entonces la trascendencia podrá ser una meta fácil de alcanzar.